Nadie hace nada porque los que mandan no hacen nada, y así hasta la destrucción de todo lo que conocemos. Muévete tu solo, si haces algo y ese algo vale la pena, algo irá mejor. Si convences a uno y ese uno a unos cuantos, habrá merecido la pena, entre todos sumamos, entre todos…salvamos.
El aumento del nivel del mar se ha disparado por el deshielo en los extremos norte y sur del planeta, concluye el IPCC, el panel de científicos que bajo el paraguas de la ONU analiza los impactos del cambio climático generado por la acción del hombre.
Los gases de efecto invernadero emitidos por el ser humano hasta ahora hacen que el deshielo y el incremento del nivel del mar vayan a continuar más allá de este siglo, según el propio informe.
No sólo se verán afectadas las ciudades costeras por la subida de los océanos, como le está pasando a la ciudad de Yakarta, que habrá de trasladarse al interior con sus 10 millones de habitantes; además nos veremos sacudidos por fenómenos climáticos mucho más agresivos y virulentos.
Otra circunstancia muy importante derivada del deshielo es la acidificación del agua marina, que puede llevar a enfrentarnos a la destrucción de ecosistemas, no solo lamentando la perdida biológica, sino a las consecuencias de su desaparición. Un ejemplo de ello son los arrecifes, que con su pérdida, perderíamos las barreras naturales que nos protegen de fuertes temporales y oleajes.
Suena muy apocalíptico, pero llevamos décadas maltratando nuestro planeta, y esto empieza a no tener marcha atrás.
El planeta se calienta demasiado, pero no parece importarnos, ignoramos los estudios científicos argumentando que son demasiados extremistas o pensando vilmente que, para cuando eso pase, yo ya no estaré aquí.
Y bajo ese paraguas los países desarrollados, este nuestro primer mundo, están destruyendo nuestro futuro y el de las generaciones por venir.
El uso y abuso de energías sucias, las restricciones a las energías renovables por políticas de protección gubernamentales de las eléctricas y petroleras, y el incumplimiento de los países más contaminantes del protocolo de Kyoto y del Acuerdo de París, del que se ha borrado EEUU por las políticas proteccionistas de Donald Trump; está llevando al traste cualquier reacción ante el problema que se nos viene encima. En nuestro país se demonizan las energías limpias, incluso hemos tenido impuestos al sol. ¿Quizás por el acoso de las eléctricas a los gobiernos de turno? ¿Quizás porque si existen las puertas giratorias? ¿Para qué las subvenciones a los vehículos eléctricos, que están muy bien, para luego no respaldar una política medioambiental efectiva con dotaciones presupuestarias acorde a las necesidades, y la persecución de los grandes emisores contaminantes? Es como mandar unas cuantas “gominolas” a los niños desnutridos del África.La culpa no es solo de los gobiernos, ni de las industrias, es fundamentalmente de la EDUCACIÓN.
La utilización del plástico, de los automóviles, la falta de empatía y de respeto por el medio que nos rodea, no reciclar, no recoger, no dañar. Todos somos grandes “recicladores” ante la gente, cara a la galería, pero luego tiramos un papel o una lata en cualquier cuneta.
Sólo hay que ver una playa al final de la tarde, o un descampado después de un botellón.